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miércoles, 14 de septiembre de 2011

TRATAMIENTO DE NIÑOS ABUSADOS SEXUALMENTE


Se debe buscar, con la mayor presteza, información que corrobore lo sucedido, por tanto un diagnóstico médico-clínico es fundamental[1].  Buscar la ayuda de un odontólogo forense para que haga un examen diagnóstico en la consecución de pruebas que corroboren el delito[2].  Los síntomas de trauma físico no son muy comunes, pero se debe estar alerta ante la dificultad al caminar o al sentarse; dolores, hinchazones, comezones, contusiones o sangrados en las áreas genitales; manchas de sangre o flujo en la ropa interior; evidencia de enfermedades de transmisión sexual; presencia de cuerpos extraños en la vagina o en el recto[3].

Conocido el abuso se debe impedir inmediatamente su continuidad; de lo contrario el niño perderá la confianza en el depositario de su confesión.  Muchas veces es favorable separarlo del lado de la familia, con la que convive normalmente, por un tiempo, no importa que el abusador ya no se encuentre en el hogar.  No es conveniente su reclusión en un lugar donde hayan otros niños abusados sexualmente; la tendencia a la repetición, de los eventos que propiciaron algún placer, se alza como un obstáculo para crear programas de tratamiento y asistencia conjunta.  Se le debe dar suficiente confianza y se le debe informar sobre la disposición de ayuda que encontrará en los profesionales; no se le debe dar mensajes que el niño pueda interpretar como juzgamiento e inculpación; ser sinceros con el menor respecto de lo que puede suceder; incitarlo a relatar el supuesto secreto, protegerlo de nuevos abusos[4].

Indicadores emocionales que permiten confiar más en la veracidad de lo que dice el menor abusado sexualmente son: desordenes en su alimentación, miedo a dormir solo, padecer pesadillas, manifestar ansiedad de desapego, presentar enuresis, encopresis, presentar regresiones del lenguaje, mantener conversaciones y actividades clandestinas sobre sexo, masturbación, realizar posturas sexuales agresivas, mostrar hiperactividad, comprobársele cambios de conducta en la escuela, pataletas, depresión, hipocondría, agresividad, baja autoestima, problemas de memoria, aislamiento, intento de suicidio, automutilaciones, abuso de drogas psicoactivas, fobias[5].

Se recomienda entrar en interrelación con otras personas que estén en contacto con la familia o de la familia; se debe sopesar la madurez de los padres para hacerles saber el hecho de que su hijo ha sido abusado.  Hacer entrevistas con el padre no abusador; no alarmar más de lo necesario; programar entrevista con el posible abusador; separar al abusador del abusado y la familia[6].  Hay que involucrar a toda la familia del abusado en la terapia; entrenar al niño y a la familia en comportamientos de protección y autoprotección; restaurar la estima.  A los niños abusados, en su edad de adolescentes se les debe enfatizar la educación sexual y el conocimiento de formas de planificación familiar[7].

Según Thompson, “los niños están listos para dejar la terapia cuando pueden contar la historia del abuso y, correctamente, echarle la culpa al que abusó de ellos, cuando pueden protegerse a sí mismos, cuando sus síntomas de terror (como pesadillas y desordenes alimenticios) han desaparecido o están desapareciendo rápidamente, y cuando están progresando en su desarrollo en general”[8].


[1] Hayez J. Op. Cit. Págs. 3-11.
[2] Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. Op. Cit.
[3] Save the Children. Op. Cit. Pág. 16
[4] Hayez J. Op. Cit. Págs. 3-11.
[5] Save the Children. Op. Cit. Pág. 17-18.
[6] Hayez J. Op. Cit. Págs. 3-11.
[7] Pediatrics. Op. Cit.
[8] TELPORT. Op. Cit.

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