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miércoles, 31 de agosto de 2011

¿ Qué hacer ante un caso de abuso sexual?

La víctima necesita saber que no fueron las acciones de ella, sino el plan del abusador, lo que llevó al abuso sexual. Necesita oír que él es el culpable y que ella no es un accesorio del ilícito sino la víctima. Necesita entender que las reacciones de ella durante el asalto, aunque haya escogido no resistirse, gritar o alguna otra táctica, era lo que ella debía hacer para sobrevivir. Solamente sus instintos podrían decirle a ella que tan violento era el abusador en ese momento, y ella está en lo correcto al confiar en sus instintos.

Legalmente debe guiarse al abusado, y su familia, a hacer la denuncia lo más pronto que se pueda, después de cometido el ilícito; evitando al máximo destruir cualquier evidencia por medio de la ducha, baño del cuerpo o partes afectadas, cambio de ropas, o aplicación de medicamentos. Se debe insistir, al afectado y su familia, la necesidad de denunciar un caso de abuso sexual; se les debe recordar que con la denuncia no solamente se está protegiendo a la víctima sino a futuras personas que pueden ser objeto de abuso por parte del infractor no denunciado.

En Colombia se puede acudir, en primer lugar, a la Fiscalía, Centros Zonales de Bienestar Familiar, Comisarías de Familia e Inspecciones de Policía. También la asociación PAVAS, a través de su grupo de apoyo interdisciplinario (psicólogos, trabajadores sociales, pedagogos reeducativos, abogados y médicos) está en condiciones de prestar la asesoría y servir de guía inmediata, a la víctima, al abusador, las familias y la comunidad, para empezar a dar solución a un caso de abuso sexual.

Tu cuerpo es un templo y nadie podrá acceder a él
sin tu permiso.

lunes, 8 de agosto de 2011

NOSOTROS LOS ZURDOS

NOSOTROS LOS ZURDOS
Jairo Báez
Psicólogo

Nosotros los zurdos hemos sido discriminados en la mayoría de las culturas y aún en la actualidad. Para la muestra, los utensilios, en su gran mayoría, están diseñados para ser utilizados por diestros. La iglesia católica y en general los discriminantes, nos han visto como seres demoníacos o inferiores. El mal y la inferioridad son las cualidades que nos dan los imaginarios culturales arraigados en la tradición. Por tal motivo, hasta hace muy poco, nuestra presencia les era molesta y su consecuencia era el deseo de hacernos diestros. (Cf. en el texto: mitos y creencias acerca de los zurdos)  La escuela y la familia se oponían a que diéramos cualquier manifestación de nuestra lateralidad predominante. Cuando la oposición a los zurdos fue fuerte la tasa no superó el 2.1 %; ahora cuando se nos ha empezado a aceptar la media se estabiliza entre el 10 y 11% (Levy citado por Brown & Wallace, 1989; Ardila, 1979, 1983).  La aceptación ha llegado al punto que contamos con el 13 de agosto como nuestro día internacional (Holder).

En cualquier familia, si nacemos zurdos, nos pueden ubicar más fácilmente porque somos o bien los mayores o los menores de los hijos (Ardila, 1983) o, también, porque somos más los varones que las mujeres los que presentamos esta particularidad  (Ardila, 1983). Nuestra lateralidad la empezamos a definir alrededor de los dos años (Burón.), aunque algunos dicen que ya en el vientre materno mostramos preferencia por manejo del lado izquierdo.

En la ciencia neurológica también se ha mostrado cierto sesgo al interpretar los datos respecto a nosotros. Es el caso de Geschwind y Behan, quienes señalan que en sus estudios encontraron en nosotros 10 veces más probabilidad de presentar desordenes específicos de aprendizaje, y dos y media más de presentar enfermedades inmunológicas en comparación a los derechos (Citados por Carlson, 1996). Ardila (1983) refiere que en nosotros es más frecuente el daño cerebral, la epilepsia y el retardo mental, interpretando esto como que la zurdería es producto de un daño cerebral perinatal.  Como bien lo señala Carlson, la mayoría de nosotros somos saludables y buenos lectores. También lo dice una autoridad en neuropsicología, como lo es Luria, que aproximadamente el 65% de nosotros no presentamos problemas de lenguaje o el daño es mínimo, cuando se nos lesiona el hemisferio derecho (Citado por Ardila, 1979), caso que no sucede con los diestros (Ardila, 1979). No obstante, estamos en deuda con la neuropsicología que señaló como el forzar a los zurdos a ser derechos nos causaba más mal que beneficio; así, con su obstinada pretensión, las sanas costumbres nos ocasionaban más problemas de lenguaje tales como tartamudez y detención del lenguaje, y problemas en nuestro manejo del espacio (Ardila, 1983, 1979).

De hecho el funcionamiento de nuestro lenguaje no es idéntico ni inverso al funcionamiento de los diestros. Nuestro lenguaje no está tan marcado por la lateralización, caso que se da en los derechos; de ahí nuestra ventaja en la recuperación y presentación de sintomalogía disléxica, nosotros tenemos distribuido la organización del funcionamiento del lenguaje en ambos hemisferios (Ardila, 1979, 1983). En nosotros mismos la organización del lenguaje no es igual, algunos somos bilaterales, a otros, menor proporción, los gobierna el hemisferio derecho o el izquierdo (Brown & Wallace, 1989). Puede que por este hecho presentemos mayor sintomatología pero es menos severa, y de mejor pronóstico, si nos comparan con los derechos.

Si para el lenguaje, la neuropsicología no señala la lateralización en nosotros, sí hay una hipótesis de que en la mayoría de nuestros actos nos gobierna el hemisferio derecho. Esto ocasionaría que ante conflictos territoriales reaccionemos con conductas de hiperactividad o maniacas (Herrera Adell). Si es enteramente cierto que los zurdos estamos gobernados por el hemisferio derecho, esperen en nuestra población manifestaciones claras de depresión y mayor expresión de la agresividad y la emotividad. Además un proceder atemporal caracterizado por la facilidad para sintetizar, unificar y formar un todo a partir de las partes. 

REFERENCIAS

Ardila, A. (1979). Psicofisiología de los procesos complejos. México; Trillas.
Ardila, A. (1983). Psicobiología del lenguaje. México: Trillas.
Brown, T. & Wallace, P. (1989) Psicología fisiológica. Mcgraw-Hill. México.
Carlson, N. (1996). Fundamentos de psicología fisiológica. Prentice-Hall. México.
Herrera Adell, V. Los primeros vínculos y su relación con la enfermedad. tomado de www.free.news.org)
Mitos y creencias acerca de los zurdos tomado de www.agoranet.es/~erin/zurdos1
Holder, M.K. Zurdos famosos. en www.indiana.edu/~primate/index.html
Burón, V. La vida desde el lado de los zurdos en www.alemana.cl/