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viernes, 2 de agosto de 2013

EL DIFÍCIL ADIÓS AL PSICOANALISIS

Tomado de: El Clarin.com 2/8/2013

Hay momentos en que el dolor, la confusión o la angustia hacen que una persona sienta imperiosamente la necesidad de buscar ayuda. Y aquí, en la Argentina, el psicoanálisis es una de los recursos más frecuentes desde hace décadas para encontrar el alivio que se está necesitando. Pero, ¿qué sucede cuando el paciente siente o cree que es hora de terminar el tratamiento? ¿Es fácil decidir dejar el diván del psicoanalista sin ser interpretado por el profesional? 
“Creo que me psicoanalizo desde que tengo recuerdos, con intermitencias, desde los 7 años hasta los 40 siempre estuve en análisis. Y una de las cosas que más me conflictúan para iniciar una terapia es lo complicado que siempre me resultó cerrarla”, dice Muriel, que viene de una familia donde el psicoanálisis siempre estuvo presente. “Ahora volví a analizarme, y una de las primeras cosas que le aclaré a la analista fue que si digo que no me alcanza el dinero para seguir yendo, es exactamente eso lo que quiero decir. ¡No todo tiene interpretación!”, exclama casi divertida. 
“Los pacientes en general son traídos por la angustia. Por separaciones o fracasos amorosos, conflictos con los padres o con los hijos, dificultades laborales, indecisiones, duelos, sentimientos de soledad, depresión. Crisis de angustia, impulsividad, consumo problemático de alguna sustancia, son los principales motivos de consulta”, señala la licenciada Adriana Martinez, psicoanalista y Coordinadora Asistencial de la Fundación Buenos Aires.
“Afortunadamente, muchas personas se vuelcan hacia la opción de un psicoanálisis porque en nuestro país está muy difundido de qué se trata y lo eficaz que resulta en la mejora de la calidad de vida de los pacientes que lo eligen. No sólo para resolver situaciones puntuales que se presentan, como duelos o separaciones, sino para comprender la lógica de lo que a uno lo atrapa en el caracol del sufrimiento –entendimiento que genera siempre una gran fuerza modificatoria de esa lógica, por otra más agradable y llevadera”, declara la licenciada Martinez.


Otras terapias

Además del psicoanálisis, otras terapias psicológicas están tomando espacios entre las elecciones de los argentinos. Psicoterapias breves, o cognitivo conductuales, entre muchas otras teorías nuevas que muchas veces se oponen o critican al psicoanálisis.
“Las personas que optan por el psicoanálisis buscan conocerse a sí mismas, descubrir lo oculto que anima su vida. Descubrir su verdad, personal, íntima, como el camino que les permite suprimir el sufrimiento innecesario, superar las inhibiciones y estancamiento que les impiden el crecimiento, el desarrollo y tener una vida más satisfactoria”, explica la licenciada Ana Delgado.
La licenciada Alicia López Blanco aporta otra mirada y dice que, además del psicoanálisis, otros enfoques de psicoterapia se proponen acompañar a las personas en sus procesos de crecimiento personal. “En mi abordaje se integra el humanismo, el existencialismo y la filosofía holística. Desde ese punto de vista, defino a la psicoterapia como un modo de acompañar y facilitar en la persona una apertura de conciencia que favorezca su autoconocimiento, el desarrollo de actitudes de prevención y cuidado, el despertar, despliegue, desarrollo y expresión de sus potenciales, una gratificante relación tanto consigo misma como con su medio ambiente y entorno vincular, la conexión con valores trascendentes de vida, y la coherencia entre sentimiento, pensamiento y acción”, desarrolla López Blanco, autora del libro "Cada vez mejor", entre otros. 
También desde una propuesta diferente a la del psicoanálisis, el psicólogo Santiago Gómez, director de Decidir Vivir Mejor, Centro de Psicología Cognitiva plantea que no se puede calcular exactamente la cantidad de teorías o abordajes terapeúticos que hay en el mundo, y que el psicoanálisis es uno más “que sólo está sobrevalorado en la Argentina, en Francia y en algún otro país”, polemiza.  
“La primera diferencia que existe entre el Psicoanálisis y el resto de los tratamientos, como la Terapia Cognitiva, es que esta última pertenece a la Psicología basada en la evidencia, ya que justifica sus resultados mediante la investigación científica. Desde la Terapia Cognitiva y otros abordajes psicoterapéuticos, se  trabaja con el paciente con acuerdos o contratos terapéuticos en donde el terapeuta se compromete a brindar herramientas psicológicas y el paciente a implementarlas, con el fin de mejorar su calidad de vida”, describe. 


¿Quién pone el punto final?

Nada es para siempre, tampoco la terapia. Muchas veces los motivos son de índole económica, por mudanzas, por problemas de tiempo y de horarios. Otros serán más profundos y tal vez tengan que ver con las ganas, el deseo, la necesidad, o con la resistencia a seguir avanzando en el descubrimiento. Pero lo cierto es que no siempre es fácil decirle chau al diván. 
El psicólogo Santiago Gómez explica que una terapia cognitiva finaliza cuando el terapeuta y el paciente consideran que se ha logrado cumplir con los objetivos pactados al inicio del tratamiento. “También se le puede dar un cierre cuando el paciente decide que no desea continuar con el tratamiento. Esto se debe a diferentes factores: solucionó el problema que lo llevó a consultar; experimenta una sensación de mayor bienestar; siente que está estancando y no avanza; se cansó y se desmotivó”, enumera. Y dice que la decisión que el paciente tome siempre es respetada por el terapeuta.
La psicóloga Alicia López Blanco dice que no suele dar el alta a sus pacientes. “El paciente llega por su propia voluntad y la puerta queda abierta para que vaya y venga todo lo que desee o necesite. Si un paciente plantea el final del tratamiento en un momento que evalúo como riesgoso, se lo comunico pero respeto su decisión” , argumenta.