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miércoles, 4 de enero de 2012

Modelo de las Conductas Moldeadas

Jairo Báez
Psicólogo
Muchos, algunas veces, en Colombia, hemos querido tener la suerte del indio amazónico y de cuanto charlatán ofrece el cielo y la tierra a través de un amuleto. Situación análoga llevó a Skinner[31], pero está vez, a partir de su experimentación con palomas, a mostrar cómo un organismo, que es reforzado a intervalos regulares, tiende a manifestar la conducta que estaba presentando previamente, con mayor frecuencia.

Este modelo de aprendizaje es el que se conoce finalmente como moldeamiento de la conducta. A partir de una muestra mínima de la conducta deseada empieza el reforzamiento hasta adquirir, por último, la conducta final. Hablando en términos de modelo, propiamente dicho, este vendría a ser una consecuencia del gran modelo de la conducta operante que surge de algunas de sus variantes. Esto es, la selección de una conducta a reforzar y la aplicación del reforzamiento a intervalos fijos y tazas fijas o variables.

¿Qué nos asegura que realmente estemos hablando de modelos? Solamente la implementación de una teoría de la repetición de la estructura de aprendizaje con elementos comunes. Uno, los conductas de todo ser viviente, incluso el ser humano, en su afán de adaptarse al ambiente, están supeditadas a la estructura orgánica y evolución fisiológica. Dos, todas las conductas que presentan los seres dependen directamente de las necesidades que tengan; no son las mismas para todos a lo largo de la escala filogenética y ontogenética, pero satisfacen una necesidad. Tres existe una estructura orgánica que posibilita la presentación de estas conductas; no podríamos esperar que un ser humano con un daño cerebral, de nacimiento o accidental, se comportará de igual manera que una persona sana y normal. Tampoco podríamos esperar que un ratón digitará su nombre al computador, porque no tiene la estructura orgánica adecuada. Cuatro, al avanzar por la escala ontogenética y filogenética el comportamiento se va separando de las conductas reflejas y se va afianzando en las conductas operantes. En el ser humano se ha probado mayor número de conductas de índole operante, seguidos de conductas clásicas y por último conductas reflejas; mientras que si se toman los seres más próximos al otro extremo de la escala filogenética, el mayor número de las conductas son reflejas. A medida que se avanza por la escala, las conductas reflejs ceden espacio a las conductas clásicas y éstas a las operantes, sin que lleguen a desaparecer totalmente cualquiera de ellas. Cinco, al modificar el ambiente la conducta se modifica; es fundamental para el modelo; de este modo, al manipular los estímulos se espera una consecuencia en la respuesta del organismo.