¿Qué razón
existe para que una persona quiera autoinducirse un estado esquizofrénico; o
mejor, producir una esquizofrenia artificial?
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La dopamina es
conocida por su acción potencializadora de estados alterados de conciencia. Se
concibe, con claridad, en la esquizofrenia y las adicciones, aparentemente dos
entidades psicorgánicas distintas. En la esquizofrenia la sobreproducción de
dopamina se da naturalmente y se necesita de antagonistas para controlar su
producción; en las adicciones su sobreproducción subyace a la presentación
de agonistas artificiales que la
desencadenen. El exceso de dopamina hace presente las alucinaciones, los
delirios e interrupción de los procesos normales del pensamiento lógico[1].
Verificamos
que los síntomas de la esquizofrenia son el pensamiento desordenado, las
alucinaciones, los delirios, las respuestas emocionales aplanadas, la pobreza
del habla, la falta de iniciativa y persistencia, la incapacidad para
experimentar placer y el aislamiento social[2];
manifestaciones que se detectan, con frecuencia, en las personas que se
encuentran bajo efectos de los psicoactivos. Los psicoactivos (opiáceos, THC,
nicotina, cafeina, etc.) funcionan perfectamente como agonistas a la dopamina,
desencadeando los mismo efectos vistos en la esquizofrenia. No obstante, no
solamente los psicoactivos funcionan como agonistas de esta sustancia, también
lo hacen los reforzadores naturales tales como el agua, el alimento, o un
compañero sexual[3], solamente que no en igual
proporción, ni despertando dicha sintomatología.
Los
neurofisiólogos han descrito la dopamina como una sustancia química
perteneciente a la familia de las monoaminas, clasificada en la subclase de las
catecolaminas. Se ubica como un derivado de la tirosina, aminoácido que se
encuentra con facilidad en la dieta diaria[4].
La dopamina produce potenciales postsinápticos inhibitorios o excitatorios,
según sea el control que hagan los receptores postsinápticos en los canales
iónicos[5].
La mayoría de los investigadores señalan la dopamina como un neuromodulador más
que como neurotransmisor[6].
La dopamina,
en niveles normales, cumple funciones básicas que permiten la adaptación y buen
funcionamiento del organismo. A la dopamina se le ha encontrado ingerencia en
funciones propias del desarrollo adaptativo tales como el movimiento, la
atención, el aprendizaje[7],
la vigilia y la sensación de placer[8];
está involucrada en la instauración de los condicionamientos operantes: por
ejemplo, se ha detectado que cuando se inyecta una droga antagonista de la
dopamina tal como el haloperidol, el condicionamiento es más difícil de
instaurar, porque éste, más allá de bloquear la respuesta, bloquea las
consecuencias reforzadoras de dicha respuesta. En cambio cuando se administra
un agonista de la dopamina, el condicionamiento tiende a mejorar; es el caso,
cuando se aplica anfetamina, la velocidad de la respuesta tiende a ser más
rápida[9].
Así mismo, en reciprocidad, se ha detectado también, que los estímulos
reforzadores provocan liberación de dopamina[10];
y a su vez la dopamina fortalece los enlaces sinápticos[11]
Los hallazgos
neurofisiológicos señalan estructuras específicas que están relacionadas con la
producción y sobreproducción de dopamina, incidiendo en la manifestación de
ciertas actividades del organismo. El área tegmental ventral, que se ubica en
el cerebro medio o mesencéfalo, tiene incidencia en la conducta agresiva,
especialmente en el ataque ofensivo; los receptores localizados en está área
tienen incidencia en los efectos reforzantes[12].
El nucleo acumbens, que se localiza en el cerebro anterior basal cerca al
séptum, recibe los botones terminales, segregantes de dopamina de las neuronas
provenientes del área tegmental ventral[13].
La amígdala que participa en la conducta
de agresión, la atracción sexual y algunas reacciones emocionales[14];
lesiones en la amígdala afectan la instauración de un condicionamiento clásico[15].
Schwartz,
Liebowitz y Klein[16]
han descubierto que el cerebro produce una sustancia llamada feniletilamina, de
estructura y acción muy parecida a la anfetamina, (recordemos que la anfetamina
es un agonista de la dopamina). La feniletilamina se produce de forma natural y
se le aduce efectos en los cambios de humor cuando la persona está enamorada;
aumentaría su producción cuando se está enamorado y disminuye cuando cesa el
encantamiento. Esta sustancia está presente en el chocolate en grandes
cantidades. Estudios comprueban el exceso de feniletilamina en la orina del los
esquizofrénico, señalando la posibilidad de que ésta no sea degrada
adecuadamente por la enzima encargada de hacerlo, la MAO tipo B[17].
La cafeína
estimula el sistema nervioso central, eleva la tensión arterial, el ritmo
cardíaco y la cantidad de ácidos segregados por el estómago, a la vez que
aclara y acelera los procesos mentales (sic)[18].
La nicotina
estimula el sistema nervioso central y aumenta la actividad eléctrica del
cerebro, reduce la temperatura cutánea, eleva la tensión arterial y el ritmo
cardiaco[19].
Las endorfinas
son narcóticos producidos naturalmente por el cerebro, causantes de la euforia
y la disminución del dolor; sus efectos son muy parecidos a los producidos por
los opiáceos[20].
Entre los
estimulantes naturales se encuentran la epinefrina o adrenalina y la
noradrenalina o norepinefrina, su función es el mantenimiento de alerta y la
sobrecarga energética, la sensación antidepresiva, y la disminución del apetito[21].
Según Bonèche,
el loco es antidiplomático por excelencia, no respeta las reglas civilizadoras,
no participa del comercio, en contra de todo decoro propio de las relaciones
interpersonales[22].
Según Zasz el
enfermo mental es una persona que se niega a aceptar el rol social asignado[23].
Según Groddeck
la enfermedad es una creación, única obra de arte de la que es capaz el hombre alienado[24].
Según Sullivan[25]
lo que ocasiona la esquizofrenia son las
relaciones interpersonales; sin importar la bioquímica, lo que crea la
diferencia entre sanos y esquizofrénicos son las relaciones humanas.
De acuerdo a
Laing, el esquizofrénico tiene la particularidad de poder concebir ideas
propias, que lo hacen raro ante la mayoría que asume ideas grupales como forma
de defensa ante la posibilidad de ser tachado como anormal[26].
[1] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
65-66.
[2] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
472.
[3] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
397.
[4] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
65-66.
[5] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
65-66.
[6] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
394-397.
[7] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág. 65-66.
[8] Toro, R. Aspectos
biológicos en Yepes, R. L. Psiquiatría.
Medellín: Corporación para las investigaciones biológicas. 1988. Pág. 56.
[9] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
394-397.
[10] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
398.
[11] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
399.
[12] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
322, 495.
[13] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
518.
[14] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
322.
[15] Carlson, N. Fundamentos de
psicología fisiológica. Tercera Edición. México: Prentice Hall. 1996. Pág.
398.
[16] Confírmese, Coleman, V.
Adictos y adicciones.
Barcelona: Grijalbo. 1986/1988. Pág. 112.
[17] González, A. Esquizofrenia
en Yepes, R. L. Psiquiatría.
Medellín: Corporación para las investigaciones biológicas. 1988. Pág. 277.
[18] Coleman, V. Adictos y
adicciones. Barcelona: Grijalbo.
1986/1988. Pág. 113.
[19] Coleman, V. Adictos y
adicciones. Barcelona: Grijalbo.
1986/1988. Pág. 94.
[20] Weil, A. y Rosen, W. Del
café a la morfina. Barcelona: RBL libros. 1983/1993. Pág. 42.
[21] Cinfirmese, Weil, A. y Rosen, W. Del café a la morfina. Barcelona: RBL libros. 1983/1993. Cap. 6.
[22] Citado por Jaccard, R. El exilio interior. Barcelona:
Materiales. 1975/1978. Pág. 124.
[23] Citado por Jaccard, R. El exilio interior. Barcelona:
Materiales. 1975/1978. Pág. 129.
[24] Citado por Jaccard, R. El exilio interior. Barcelona:
Materiales. 1975/1978. Pág. 22.
[25] Harry Stack Sullivan citado por Laing, R., en Esquizofrenia y
presión social. Barcelona: Tusquets. 1972. Pág. 19.
[26] Revísese su estudio de la familia y los contextos sociales en
Laing, R., en Esquizofrenia y presión social. Barcelona: Tusquets. 1972.
Págs. 31-46.