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lunes, 8 de agosto de 2011

NOSOTROS LOS ZURDOS

NOSOTROS LOS ZURDOS
Jairo Báez
Psicólogo

Nosotros los zurdos hemos sido discriminados en la mayoría de las culturas y aún en la actualidad. Para la muestra, los utensilios, en su gran mayoría, están diseñados para ser utilizados por diestros. La iglesia católica y en general los discriminantes, nos han visto como seres demoníacos o inferiores. El mal y la inferioridad son las cualidades que nos dan los imaginarios culturales arraigados en la tradición. Por tal motivo, hasta hace muy poco, nuestra presencia les era molesta y su consecuencia era el deseo de hacernos diestros. (Cf. en el texto: mitos y creencias acerca de los zurdos)  La escuela y la familia se oponían a que diéramos cualquier manifestación de nuestra lateralidad predominante. Cuando la oposición a los zurdos fue fuerte la tasa no superó el 2.1 %; ahora cuando se nos ha empezado a aceptar la media se estabiliza entre el 10 y 11% (Levy citado por Brown & Wallace, 1989; Ardila, 1979, 1983).  La aceptación ha llegado al punto que contamos con el 13 de agosto como nuestro día internacional (Holder).

En cualquier familia, si nacemos zurdos, nos pueden ubicar más fácilmente porque somos o bien los mayores o los menores de los hijos (Ardila, 1983) o, también, porque somos más los varones que las mujeres los que presentamos esta particularidad  (Ardila, 1983). Nuestra lateralidad la empezamos a definir alrededor de los dos años (Burón.), aunque algunos dicen que ya en el vientre materno mostramos preferencia por manejo del lado izquierdo.

En la ciencia neurológica también se ha mostrado cierto sesgo al interpretar los datos respecto a nosotros. Es el caso de Geschwind y Behan, quienes señalan que en sus estudios encontraron en nosotros 10 veces más probabilidad de presentar desordenes específicos de aprendizaje, y dos y media más de presentar enfermedades inmunológicas en comparación a los derechos (Citados por Carlson, 1996). Ardila (1983) refiere que en nosotros es más frecuente el daño cerebral, la epilepsia y el retardo mental, interpretando esto como que la zurdería es producto de un daño cerebral perinatal.  Como bien lo señala Carlson, la mayoría de nosotros somos saludables y buenos lectores. También lo dice una autoridad en neuropsicología, como lo es Luria, que aproximadamente el 65% de nosotros no presentamos problemas de lenguaje o el daño es mínimo, cuando se nos lesiona el hemisferio derecho (Citado por Ardila, 1979), caso que no sucede con los diestros (Ardila, 1979). No obstante, estamos en deuda con la neuropsicología que señaló como el forzar a los zurdos a ser derechos nos causaba más mal que beneficio; así, con su obstinada pretensión, las sanas costumbres nos ocasionaban más problemas de lenguaje tales como tartamudez y detención del lenguaje, y problemas en nuestro manejo del espacio (Ardila, 1983, 1979).

De hecho el funcionamiento de nuestro lenguaje no es idéntico ni inverso al funcionamiento de los diestros. Nuestro lenguaje no está tan marcado por la lateralización, caso que se da en los derechos; de ahí nuestra ventaja en la recuperación y presentación de sintomalogía disléxica, nosotros tenemos distribuido la organización del funcionamiento del lenguaje en ambos hemisferios (Ardila, 1979, 1983). En nosotros mismos la organización del lenguaje no es igual, algunos somos bilaterales, a otros, menor proporción, los gobierna el hemisferio derecho o el izquierdo (Brown & Wallace, 1989). Puede que por este hecho presentemos mayor sintomatología pero es menos severa, y de mejor pronóstico, si nos comparan con los derechos.

Si para el lenguaje, la neuropsicología no señala la lateralización en nosotros, sí hay una hipótesis de que en la mayoría de nuestros actos nos gobierna el hemisferio derecho. Esto ocasionaría que ante conflictos territoriales reaccionemos con conductas de hiperactividad o maniacas (Herrera Adell). Si es enteramente cierto que los zurdos estamos gobernados por el hemisferio derecho, esperen en nuestra población manifestaciones claras de depresión y mayor expresión de la agresividad y la emotividad. Además un proceder atemporal caracterizado por la facilidad para sintetizar, unificar y formar un todo a partir de las partes. 

REFERENCIAS

Ardila, A. (1979). Psicofisiología de los procesos complejos. México; Trillas.
Ardila, A. (1983). Psicobiología del lenguaje. México: Trillas.
Brown, T. & Wallace, P. (1989) Psicología fisiológica. Mcgraw-Hill. México.
Carlson, N. (1996). Fundamentos de psicología fisiológica. Prentice-Hall. México.
Herrera Adell, V. Los primeros vínculos y su relación con la enfermedad. tomado de www.free.news.org)
Mitos y creencias acerca de los zurdos tomado de www.agoranet.es/~erin/zurdos1
Holder, M.K. Zurdos famosos. en www.indiana.edu/~primate/index.html
Burón, V. La vida desde el lado de los zurdos en www.alemana.cl/

miércoles, 8 de septiembre de 2010

LA PSICOLOGÍA COMO DISCIPLINA

LA PSICOLOGÍA COMO DISCIPLINA

Jairo Báez
Psicólogo
Especialista en Instituciones Jurídico Familiares


Colombia empieza el siglo con mucho sabio y poco saber.

Si hemos de hablar de la psicología como disciplina debemos primero saber de qué disciplina se trata y, especialmente, si estamos haciendo referencia al conjunto y observancia de las leyes y reglamentos que deben regir a la psicología. Fundamental, para hablar de la psicología como disciplina, saber bajo que marco epistemológico se acoge. Sin tomarlo desde un punto de vista peyorativo, en cambio sí, tomando posición mediante un juicio de valor, que ha de ser respetado en toda su dimensión, se debe precisar si la psicología es mito, es religión, es filosofía o es ciencia. O también, por qué no, si es todo eso, cómo convergen y cómo cohesionan, sin entrar en la psicosis o el eclecticismo. Recordemos que antes, a la imposibilidad de estructurar un delirio se le llamaba, desde la filosofía, eclecticismo; ahora ya la psicología y la psiquiatría la llaman escisión esquizofrénica, o muy psicoanalíticamente, relación parcial con el objeto.

Ha sido pretensión de los psicólogos asumirse como científicos; desprenderse de los filósofos y desdeñar el calificativo de literatos. No obstante, es su gran lucha, pendular entre la ciencia y la filosofía. Me refiero a la filosofía, cuando se habla en tesis que proponen un saber y una práctica inherente a él (Althusser, 1985); me refiero a ciencia cuando se prueba un saber y se utiliza ese saber probado. El psicólogo como filósofo puede proponer el cambio social, como científico debe probar que se puede lograr el cambio social. El psicólogo, como muchos otros trabajadores sociales y humanos, ha insistido en el fetichismo de la ciencia y muestra el miedo que lo acompaña, como ser cognoscente, de no ser catalogado como científico. ¿Qué malo hay en ser filósofo, en ser literato, en ser místico? Son formas de saber, ya lo hemos visto, son disciplinas cognoscitivas; por qué no asumirlas, con la misma dignidad con la que el científico asume la suya. El problema está en hacer de la ciencia un fetiche y asumir que el saber científico es la única forma de saber respetable; y por tanto, decir que todo es ciencia. Mostrando, nada más, que tal como el fetichista hace uso del zapato, para lograr su satisfacción sexual, algunos hacen uso de la ciencia, así, sin mostrar realmente su proceder científico.

En el momento es normal, ver cómo el saber se asume sin analizar su origen, así es posible que exista un psicólogo que dice ser ferviente admirador del método científico pero que guarda fielmente las fiestas religiosas; o el que dice asumir la teoría piagetiana pero en sus acciones refleja el más estricto cumplimiento a la ortodoxa conductual. Y algo más conmovedor, el psicólogo que quiere hacer del ritual del yagé una psicoterapia moderna, asumiéndose como chamán. La caricatura de nuestra gran ciencia se plasma en la persona que se acerca al cajero automático con su tarjeta electromagnética, y se persigna en encomienda al creador para que ojalá le hayan consignado su salario. El problema no está en el querer ser chamán, religioso, o conductista. El problema lo percibo, en el asumir, el esconder un discurso en otro, en no entender que se están manejando marcos epistemológicos distintos en un mismo momento, que necesariamente son disímiles y contradictorios.

Conocimientos hay bastantes, libros hay muchos, autores a montón, incluso hay conocimientos que no están escritos y autores no publicados. Así en el largo camino epistemológico, y en su consecuencia disciplinaria, tal vez el mayor obstáculo, en la actualidad, sea esa contaminación; el exceso de información, al que está sometido el ser cognoscente. Así hemos de señalar cómo hoy se habla de contaminación visual siendo los avisos publicitarios el ojo del huracán, y en la contaminación epistemológica los libros y los autores pasan a ser el centro del asunto.

Sí se opta por la psicología como disciplina científica se debe sopesar que se está asumiendo una posición epistemológica, con implicaciones de prueba y no de rectitud, de explicación y no de verdad, de dinámica y no de estabilidad, de cambio y no de perennidad, de lógica y no de autoridad, de evidencia y no de imposición. Como sugiere Piaget (1973), la psicología científica comienza en el momento que se piden pruebas, experiencias controlables por todos o, en complemento, cálculos y deducciones lógicas (p. 16). Pero expliquemos, las pruebas científicas van referidas a la efectividad del conocimiento en su dimensión tecnológica, práctica y emancipadora, (todas juntas a pesar de la división propia del postulado de Habermas (1973-1975) en torno al saber, mas no a la ciencia), no a las pruebas que certifican la verdad en la relación causa efecto de un hecho perceptible; los hechos no se repiten en la ciencia, los hechos se homologan para poder aprehender, organizar, explicar, comprender, manejar y conjeturar la realidad. Es un trato, -y no una verdad-, para agilizar y simplificar la relación del ser cognoscente con el caos perceptible, llámese realidad social, física, psicológica, natural, etc. La prueba científica no pretende mostrar que su conocimiento es verdadero, sino que su poder heurístico, hermenéutico e instrumental es potencialmente cada vez más alto. De hecho, si el conocimiento científico se interesa por el poder heurístico y hermenéutico, es en tanto favorecen el poder instrumental. El conocimiento científico no tiene pretensión de imponer verdades desde el juicio de valor; en cambio sí explicar el devenir de los acontecimientos y antecederse a futuros acontecimientos con alguna seguridad de comprensión y manejo. El camino menos indicado es ir a la psicología científica a encontrar verdades irrefutables o enrostrarle la ausencia de la verdad en sus postulados, pues ese es fundamentalmente su motor, la búsqueda de la verdad a partir de un método específico.

El conocimiento psicológico desde la disciplina científica pretende su universalidad; no obstante, sumido en sus pruebas sabe que aún no lo es, por tanto su conocimiento se renueva con otro cada vez más potencializado, en los términos antes señalados. Como toda disciplina científica, la psicología como ciencia no acepta dogmas ni autoridades; si se cita un autor, como argumento, no es a la persona sino al conocimiento otorgado por esa persona, el cual, se supone fue adquirido en las condiciones previamente establecidas o lógicamente mejoradas. Al contrario de otros marcos cognoscitivos, como la religión y la filosofía, la ciencia no tiene doctores, seres que lo saben todo, hombres omniscientes; la ciencia asume que el conocimiento se adquiere progresivamente y que ningún hombre lo sabe todo. Recordemos a Hegel en su introducción general a la filosofía de la historia universal, cuando nos señala que la ciencia es de los hombres y no del hombre, la ciencia de por sí es colectiva. La psicología como ciencia, solamente escapa al antropomorfismo mediante la posibilidad de descentración, ese proceso por el cual el sujeto sale de su subjetivismo o de su idealismo (Piaget, 1973, p. 60). La ciencia es noble, al asumir que el conocimiento absoluto no se ha logrado aún -pero será siempre su búsqueda.

La psicología como ciencia no es una imposición, ni una alternativa, ni una disyuntiva entre varias formas de saber, sencillamente porque ciencia sólo es una; la psicología como ciencia es evidente y lógica, es efectiva y contundente, es coherente y progresiva. Error que puede asumir el psicólogo es seguir creyendo que existen varias ciencias: Por ejemplo, ciencias físicas y ciencias sociales, ciencias puras y ciencias aplicadas; y lo más perjudicial para sí mismo, dividir la ciencia psicológica en ciencia cuantitativa y ciencia cualitativa. Designar parte del método científico, etapas del método, o modalidades en el método, como ciencias particulares y holísticas, es desconocer el fundamento científico. La cosmovisión científica no se reduce a contar, tampoco a almacenar o repetir experiencias; la cosmovisión científica está al tanto de universalizar, y para ello no desconoce la particularidad; son precisamente esas particularidades las que hacen cuestionar la universalidad reinante. En otros términos, si no se contrastaran, comprendieran e interpretaran los datos cuantificados, la ciencia no avanzaría y su pretensión universal no sería su norte.

Asumiendo la psicología como ciencia, el llamado a la autoridad filosófica empieza a sobrar, es otro método, es otra posición; lo mismo sucede con el llamado a otras formas de saber. Por ejemplo, por siglos se viene trabajando una explicación del sujeto cognoscente, o teorías epistemológicas, desde el método filosófico; aún hoy es normal llamar a la autoridad de Platón, Aristóteles, Kant, Hegel, Dilthey, Popper, Habermas, etc., para explicar el ser cognoscente desde la psicología, cuando desde la ciencia se tendrían elementos para explicar el ser epistémico. Se ha avanzado bastante en neuroanatomía, neurofisiología, cognición, procesamiento de la información etc.; por qué entonces no recurrir a Pavlov, a Freud, a Lacan, a Lorenz, a Rogers, a Piaget, a Bruner o a Vigotski, entre otras propuestas de la ciencia psicológica. ¿Será acaso esto síntoma de la bascularidad del psicólogo entre la ciencia y la filosofía?

La psicología como disciplina científica, no puede desconocer su historia y, en ella, sus ancestros; pero conocer la historia no conlleva el seguir atado a la tradición y el atavismo. Si conocer la historia de la psicología y el método científico es válido, se justifica en la medida que nos permite proyectar el futuro; siendo así, la historia que la psicología científica debe asumir no es aquella digna de mostrar, o a lo sumo, aquella que justificaría nuestro presente; tal como lo asume el psicoanálisis, la verdadera historia es aquella, donde fuera de esa que mostramos manipulada, y orgullosamente, se intenta rescatar la parte obscura, la temida, la no dicha, pero en últimas, aquella que marca, que influye, que determina. Hay partes de la historia de la psicología y de la ciencia, como en cualquier historia, que sería mejor no mencionar; pero son precisamente esas partes las que permiten la independencia del desacierto o, al menos, la posibilidad de no repetir lo que no se quiere.

Siguiendo con el llamado al orden del psicoanálisis, el problema con la historia no son los hechos, el problema es el historiador que los parcializa. De ahí que se necesite del otro como garante de la verdad; la cual, no será más que la verdad del historiador. Es por eso que, enseñar la historia de la ciencia y el método científico, partir de un solo libro podría ser peligroso, cuando se quiere que la psicología sea una disciplina no dogmática. En cuanto mayor visión del objeto, mayor precisión del mismo; en cuantos más ángulos se cubran, menor la posibilidad de distorsión. La psicología con pretensión científica debe tener claro que el saber está en los libros y no en el libro. Y más allá, que está en todos y cada uno de los que escriben los libros. Qué buen aporte nos hace Foucault (2001), y que la psicología debería ponderar al revisar su historia, cuando señala que más allá del sujeto que habla, y del lugar desde donde se habla, se debería tener presente las reglas que permiten encontrar el discurso, de todo aquello que se habla.

En la práctica de la psicología, como psicólogos afianzados en la ciencia como disciplina, debemos obviar al máximo la posibilidad de ser tachados por la historia como los nuevos fariseos; aquellos que pregonan una cosa y asumen en su proceder otra. Para el psicólogo es necesario y fundamental relacionarse con todos los saberes existentes, no obstante es esencial que tome una posición coherente en torno a un marco cognoscitivo preciso. No se está planteando que la psicología deba desconocer, el mito, la religión, el arte o la filosofía, pero sí que sea consecuente, organizada, consciente y específica cuando de intervenir se trata.

El método científico en la psicología

A simple vista, un psicólogo es cualquier persona; de hecho, quién no ha tenido la pretensión de ser psicólogo por naturaleza. Si así fuera, si ser psicólogo es una cuestión de innatismo, qué sentido tiene el formar psicólogos en la universidad.

La única razón de formar psicólogos en la universidad se justifica en la medida del respeto a la palabra institucional: El psicólogo universitario debe tener pretensión de universalidad, de asumir que su conocimiento es tan válido aquí, -país tercermundista-, como allá, cualquier punto donde se encuentre al hombre. El conocimiento universal es, en últimas, el que marca la diferencia entre el psicólogo innato, a secas, y el psicólogo universitario.

Y cómo pretender ese saber universal para el psicólogo, si no es a partir del método científico. Ya el mito tuvo su momento, (todo mito es un mandato psicológico); lo mismo la religión, (v. g., proverbios); y por supuesto la filosofía, (recordemos la ontología). Es cuestión de método, y es el método el que ha marcado la diferencia en las ramas de la ciencia física y biológica; por tanto, porqué no asumir que el método es lo que marcará la diferencia entre el psicólogo innato y el psicólogo universitario.

Pero rescatemos el método, pensemos en el método y en la forma como se ha asumido el método en la psicología. El método científico ha evolucionado en sí mismo; en nuestro días, ya no es el mal interpretado postulado positivista, de que todo es un hecho observable, repetible y contrastable; postulado que, con toda su mala interpretación, fue asumido por algunas escuelas psicológicas, (Watson y Skinner). A este momento del método se le debe anexar el postulado lógico-matemático, que va a complementar el primero. Hecho que, así mismo, acogen otros, para dar lugar a nuevas escuelas en la psicología (Hull, Tolman, Freud). Otro avance del método es la acogida de la dialéctica, en donde ya no se espera que los hechos den el fundamento para las construcciones teóricas, sino que se asume que existe una interacción entre sujeto y objeto, que modifica, complementa y profundiza en el quehacer epistemológico. Hecho que tampoco ha sido ajeno a la psicología, (Piaget, Brunner, Vigotski).

Siendo de esa manera, es el método, una forma de acceder al conocimiento ordenadamente y con supuestos fácilmente identificables, discutibles aún y cuando así se haga necesario, el marco de referencia para hacer un psicólogo universitario.

El psicólogo, que se precie de serlo, a partir de una institución universitaria, debe ser capaz de dar repuesta a su ejercicio profesional con mentalidad científica y dentro de su método. Esto implica, que no se anquilosa en dogmas y que está dispuesto a mejorar el estado actual de la psicología. Si el psicólogo universitario asume que el saber está en la institución, en un enfoque o en un libro, y que allí debe acudir para que se lo den, para luego empezar aplicarlo en su vida profesional, tal vez no se le ha transmitido el postulado básico universitario del saber, no ha comprendido lo que es la ciencia y por supuesto, no dejará de ser más que un psicólogo a secas.

Por tanto, el psicólogo que no comprende la importancia del avance científico y de la comunicación entre profesionales, no podrá entender por qué se hace una revisión bibliográfica (apropiación del estado del arte) y por qué es tan importante escribir (investigar y comunicar); psicólogo que no comprende la importancia de la validez de su conocimiento no buscará la forma de confrontarlo y depurarlo (experimentar y comprobar); psicólogo que no se percata de la ausencia de conocimiento difícilmente se pondrá metas epistemológicas, y psicólogo que no le da valor instrumental (tecnológico) a su conocimiento, no notará sus falencias ni se preocupará por mejorarlo.

El objeto psicológico


Hoy, el acercamiento entre disciplinas ha propiciado en la psicología la pérdida de su objeto. La especificidad de la psicología, en su deseo de ampliar su marco de acción y comprensión, tiende a confundirse con el mimetismo en otros discursos, llámense sociológicos, antropológicos o filosóficos. Se han abandonado terrenos que, en su largo recorrido, la disciplina psicológica había ganado. Sin un mayor análisis y valoración objetiva de los embates que se le hacen a su proceder, son abandonadas teorías y praxis optando el camino fácil de asumir posturas de otras ramas de la ciencia, como si esta fuera la solución ante la supuesta falta de credibilidad y resultados. Es sintomático, ver como algunos profesionales en psicología pregonan que ante la práctica, las profesiones se confunden; si así fuera deberíamos pensar en la factibilidad de revivir la vieja licenciatura en humanidades, siendo de esta manera más rentable para todos y menos engañoso para el estudiante que realmente cree que cada profesión tiene su propio objeto de estudio e intervención. ¿De qué sirve inscribirse a un centro universitario para estudiar psicología si, al salir, en su rol profesional va hacer lo mismo que un trabajador social, un sociólogo, un antropólogo o filósofo?

El objeto de la psicología no niega la relación que pueda tener con otras ramas de la ciencia; no obstante, encontrar puntos de relación no es lo mismo que asumir el discurso del otro. La especificidad de las ramas de la ciencia se justifica en el énfasis que se le da desde su campo de acción, por tanto, así sea el mismo objeto, el énfasis y la visión que se tengan del mismo es lo que ocasionará la praxis y los derroteros a seguir. Hoy más que nunca, cuando la psicología intenta incursionar en otros campos, corre el riesgo de asumir posturas de otras disciplinas, repitiendo el error que cometió cuando creyó que su objeto era el mismo de la medicina y en particular el de la psiquiatría. La psicología con su tradición, avance y diversidad, tiene ya, y aún, elementos para intervenir en esos campos en los que se quiere ubicar, sin necesidad de hacer uso de discursos extraños y más acordes a otras disciplinas que están más preparadas para asumirlos. La pregunta que surge es por qué no se ha agotado el discurso psicoanalítico, el discurso conductual, o el discurso cognitivo. Trabajadores incansables desde la psicología están esperando que sus sucesores agoten e innoven sus discursos en los diferentes campos de aplicación, allí donde se encuentre el hombre presente, sea sociedad, educación, familia, niñez, adolescencia, etc.; me refiero por ejemplo a Freud, Jung, Adler, Fromm, Horney, Reich, Klein, Winnicott, Lacan, del lado psicoanálitico; a Watson, Skinner, Hull, Tolman, Beck, Staats, del lado conductual; a Rogers, Maslow, Perls, Frankl, entre los humanistas; a Piaget, Brunner, Wallon, Vigotski del lado cognitivo-constructivista y otro gran olvidado, y tal vez poco entendido, Konrad Lorenz. Estos son algunos de los que, los psicólogos, han desechado, siendo sospechoso el motivo por el cual no se tienen en cuenta cuando de abrir nuevos campos de estudio e intervención se quiere, por parte de la psicología.

Los psicólogos sociales y los psicólogos educativos ¿Cuándo agotaron los textos sociales de Freud, el discurso del Otro de Lacan, las variables intervinientes de Tolman, el aprendizaje vicario de Bandura, el modelo motivacional de Hull, el constructivismo de Piaget, el modelo psicosocial-histórico de Vigotski o la impronta de Lorenz?

En esa gran diversidad, que ejemplifica la blandura de la psicología como ciencia, empieza a emerger un objeto con características determinadas, que podría ser la pista para endurecer la disciplina. El hombre sigue siendo pivote de la psicología, pero el alma desaparece para darle lugar a la actitud que, en sus tres componentes básicos comportamiento, sentimiento y pensamiento, podría ser la unidad de explicación de su proceder en cualquier ámbito donde entre a interrelacionar. La interrelación no es solamente con su ambiente social, sino también con su ambiente físico y en su ambiente intrapsíquico. La referencia al cambio, o al logro, actualmente, se sintetiza en la observación comportamental y el auto-reporte verbal.

La investigación en psicología a nivel del pregrado

¿Desde la universidad se puede investigar?, más aún ¿desde el pregrado se puede plantear la investigación? La respuesta, aunque pareciera obvia, tiene sus dificultades de forma y contenido. Me refiero al contenido cuando me pregunto por la esencia misma de lo que sería investigar y de forma, en referencia a los lineamientos que permiten hacer investigación desde un centro universitario.

Investigar trata de la consecución de algo nuevo, aunque también se haya planteado la verificación de lo ya existente. Sin embargo, si fuéramos leales con el concepto tendríamos que ceñirnos a la acepción primera. Investigar, y más en nuestro medio, debe llevar más al logro de nuevos conocimientos, que a la verificación de los mismos. Es bien sabido que nuestros conocimientos proceden de un ambiente donde la tecnología ha permitido su verificación, siendo casi imposible, con nuestra tecnología, poner en contradicción dichos saberes. Por tanto más allá de la verificación de un saber dado, la única posibilidad vendría a darse desde la verificación del mismo conocimiento en un nuevo contexto, siendo ya descartable cierto tipo de estudios verificables, que con frecuencia se encuentran en el ámbito de la investigación universitaria colombiana. Me refiero en la psicología, por ejemplo, a la insistencia de si una sustancia, o condición influye o no en capacidades como la memoria o el aprendizaje. Ya en la consecución de nuevos conocimientos en un contexto tan sui generis como el nuestro, las cosas podrían ser mucho más constructivas y valiosas, tanto para el estudiante, para la universidad, como para la sociedad colombiana misma. De hecho, si algo valioso tiene el conocimiento es la posibilidad de que sirva mínimamente a quien lo produce, en este caso el productor es un representante de la sociedad y es la sociedad representada la que debe beneficiarse de los frutos. Insistiendo, en que si el conocimiento es contextual, la verificación debería igualmente serlo; no es posible verificar un conocimiento en contextos distintos bajo esta óptica. La propuesta específica que hago con respecto a la investigación, desde la universidad colombiana, es aquella de que debe apuntar al descubrimiento y creación de nuevos saberes. Investigar debe ser la consecución del nuevo saber.

Pero la consecución de nuevos saberes no implicaría de hecho, hacer una tábula rasa de lo existente en otros contextos o en nuestro contexto. Si algo justifica el acercarse a otros conocimientos, sean propios o extraños, es la medida en que limpia el camino y permite acercarse a un nuevo tema de investigación, a un tema relevante. Como diría el profesor Carlos Vasco, puede que el problema esté bien planteado pero si carece de relevancia, no es un problema. Y la relevancia ante todo viene dada en su inexplorabilidad y beneficio que pueda aportar su solución. El descubrir que, aquello que uno creía un problema es realmente un problema no resuelto es el principio de toda investigación, siendo ahí donde se puede entender la importancia de conocer el estado del arte. En la actualidad la mayoría de las investigaciones universitarias carecen de significado, o pierden su significado, porque fácilmente se descubre que el problema resuelto, ya se había solucionado mucho antes. La poca revisión bibliográfica, -pues este es un mundo escrito y conocimiento que no se escribe está muerto académicamente- imposibilita la profundidad en la investigación colombiana y la credibilidad en la misma. (lacónicamente tenemos que confesar que nuestro mundo universitario está plagado de intelectuales que no leen, que siguen anclados en la tradición oral). Es ahí a donde debemos apuntar, a la rigurosidad de la revisión bibliográfica; y es bien sabido que en este momento es mucho lo que se ha escrito, -aunque los colombianos no escribamos-, como para lograr una completa o al menos exhaustiva revisión bibliográfica en seis meses. Si deseamos mejores problemas a resolver, se hace necesario que las revisiones sean completas o a lo sumo suficientes, y apunto, esto tal vez se logre, cuando el estudiante dedique, al menos, tres años de su formación universitaria a la revisión de textos que refieran a la creación de su problema a resolver.

A lo anterior debemos sumar que una investigación no es una petición de principio. Y con los lineamientos que se manejan en los trabajos de grado, toda indica que lo que se hace aquí es aferrarse a dicha falacia, encontrar lo que ya encontrado. Plantear un objetivo general en una investigación debe ser tan general, que realmente permita encontrar algo nuevo. Plantear el final antes de empezar no es propiamente investigar, a menos que el final sea incierto. Y si es aberrante plantar un objetivo general a una investigación, pues tal vez el único objetivo válido sería el de investigar; es mucho más pernicioso plantear objetivos específicos. El objetivo único de una investigación es resolver el problema; determinar los pasos, procedimientos, tiempos, y movimientos, con seguridad, lo único que conlleva es la solución parcial o sesgada del mismo. Señalo que podría ser mucho más rentable para todos, describir el proceso que llevó al desarrollo de la solución de la pregunta, a posteriori. No se cómo puede decirse lo que se va a hacer cuando no hay seguridad de lo que se va encontrar. El camino a la solución del problema dicta la metodología, los objetivos específicos y los instrumentos a utilizar. No es que no se pueda describir los objetivos específicos, las metodologías, las técnicas y los instrumentos; claro, se haría necesario pero al final, cuando ya el camino fue recorrido y se está entregando un informe de lo que se hizo. Esto no podría suceder antes de empezar a investigar. Qué buen ejercicio podría llevar a un estudiante el constatar cuántas hipótesis (H1) no son verídicas en cada una de las monografías de grado. Si llegará a la conclusión de que el 70% de las hipótesis (H1) son verídicas tendríamos que confesar que todo lo que piensa el estudiante universitario es verdad, o que simplemente se está asumiendo la investigación como una petición de principio.

Un punto más a tener presente es la teorización de un problema, o la vinculación de la práctica con la teoría. Normalmente, el estudiante tiende a confundir un marco teórico con la referencia a estudios hechos previamente por otros sobre el tema en cuestión. La referencia a otros estudios, o, a explicaciones de un estudio anterior desde un modelo teórico particular, no es un marco teórico. Esto es lo que se conoce como marco de referencia; un marco teórico es la exposición clara de un teoría o las teorías que van a dar lugar a la comprensión y explicación de la realidad (problema) que trabaja o piensa trabajar el investigador. La famosa ¨colcha de retazos¨, que tanto se crítica en los trabajos de grado se ocasiona en la confusión que tiene el estudiante sobre lo que es un marco referencial y lo que es una teoría. De hecho un marco referencial tampoco versa sobre la recolección inocente y desorganizada de datos concomitantes con un tema de investigación, las referencias deben tener un fin determinado y esa determinación es lo que dará lugar a cada uno de los datos que se utilicen o se descarten. En psicología, donde es normal encontrar cualquier cantidad de teorías, y dentro de ellas cualquier cantidad de modelos, sería inagotable el ubicar un problema en la teoría psicológica. Por tanto la opción será ¨jugárselas¨ por una teoría, un modelo, o las teorías que más se acerquen a su gusto o preferencia. Quisiera decir que la elección se hace por veracidad o efectividad, no obstante, creo que, desde la psicología todavía no podríamos hablar en estos términos. El juego parte de la seducción que haga determinada teoría psicológica al estudiante y el enamoramiento empieza mucho antes de empezar la carrera.

Un punto más a tener presente en la investigación en pre-grado es la necesidad de divulgar lo encontrado. Conocimiento que no se comunica, que no circula no existe. Y la falla se encuentra en el mismo comienzo de exponer las ideas de lo encontrado por escrito. A nuestro estudiante universitario le ¨duele¨ expresarse de forma escrita; es paradójico, encontrar a una persona que ha pasado toda su vida en la escuela, tan imposibilitado para plasmar sus ideas por escrito. Si antes hacia mención al analfabetismo consensual asumido por intelectualismo en Colombia, ahora me refiero a la incapacidad que muestra el estudiante que finaliza el pre-grado para trasmitir a otro sus ideas de forma escrita. Por tanto, aunque parezca superfluo, el universitario debe corregir esta falla, y hacer del discurso escrito su forma básica de comunicación, si desea aportar como investigador desde el mismo pre-grado.

REFERENCIAS
Althusser, L. (1985). Curso de filosofía para científicos. Bogotá: Planeta-Agostini.
Foucault, M. (2001). La arqueología del saber. Veinteava Edición. México: Sigloveintiuno
Habermas, J. (1973-1975). (Trad. Hoyos, G.). Conocimiento e interés. en Ideas y Valores. No. 42-45. Bogotá. Págs. 61-76.
Hegel, G. W. F. (1994). (Gaos, J. Trad.). Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Tomo I-II. Barcelona: Altaya.
Zazzo, R; Piaget, J. Et al. (1973). Psicología y marxismo. México: Roca.

viernes, 23 de abril de 2010

APORTES PARA EL ENTENDIMIENTO DE LA CREATIVIDAD Y LA SOLUCION DE PROBLEMAS

APORTES PARA EL ENTENDIMIENTO DE LA CREATIVIDAD Y LA SOLUCION DE PROBLEMAS

JAIRO BAEZ
Psicólogo

El hombre no piensa para actuar; al contrario, el hombre actúa para pensar. Es una de las conclusiones que se sacan después de analizar algunos estudios hechos por nosotros en torno al desarrollo del pensamiento. Es una constante, que ante la resolución de un problema el hombre empiece por tomar la alternativa que a simple vista le parece más plausible y que solamente el error en la solución sea lo que lo invite a hacer un esfuerzo de pensamiento. Este primer esfuerzo de pensamiento es siempre inferior, en términos de calidad y cantidad, al siguiente intento, en caso de que el error persista. Esto es progresivamente así, siempre que persista el error en la solución del problema. Unido a lo anterior, se percibe que, cuando las soluciones dadas pasan a más de tres y no satisfacen la respuesta, el sujeto termina por desmotivarse evitando dar otras soluciones al problema. (Son muy pocos los sujetos que ante la persistencia en el error se motivan más por hallar la verdadera solución al problema.) Tal y como lo planteó Thorndike en su experimento con animales, para el hombre también es válido el axioma de que aprende por ensayo y error. No es cierto que el hombre piense para actuar. !Los juegos de video muestran con mayor claridad este fenómeno en la persona! El hombre va cometiendo errores y de esta manera va descartando posibilidades hasta dar con la solución al problema.

Otra conclusión que se saca de estos estudios sobre pensamiento es que al hombre se le dificulta pensar en varias direcciones. Parece que el hombre pensara linealmente y en una sola dirección. En la solución de problemas, donde la respuesta correcta está supeditada a volver atrás en el proceso para luego seguir adelante, se muestra que los sujetos de experimentación encuentran gran dificultad. Un ejercicio que normalmente les ponemos a desarrollar a los sujetos de experimentación trata de un barquero que tiene que pasar al otro lado de un río, vivos y salvos a una oveja, un lobo y un bulto de pasto; las condiciones que se les ponen para solucionar el problema es que solamente se cuenta con una barca que soporta únicamente el peso del barquero y un animal o el del barquero y el bulto de pasto. La misión es pasarlos al otro lado, sin dejar solos a la oveja y al lobo porque el lobo se comería la oveja; y tampoco, dejar solos a la oveja y el pasto porque la oveja se comería el pasto. Lo que muestra la mayoría de los sujetos, a los que se les pone a solucionar este problema, es que empiezan los viajes con cualquiera de las tres alternativas como si no tuvieran en cuenta las implicaciones de las escogencias; es al experimentador a quien le corresponde hacerles conciencia de las consecuencias. Por ejemplo, cuando en el primer viaje el barquero se va con el pasto, el experimentador es quien termina por observarles que el lobo se come entonces la oveja. Después que el sujeto toma conciencia de estas advertencias logra dar con el principio de solución, que es el de llevar en el primer viaje la oveja. Luego los participantes tienen el inconveniente de no saber elegir entre el pasto y el lobo porque la posibilidad de que uno devore al otro sigue presente. A los sujetos de experimentación les es difícil hacer conciencia de la posibilidad de traer un elemento y devolver otro. En su conciencia existe únicamente la posibilidad de traer pero no la devolver lo traído para luego otra vez traer. Esta es una constante que se repite en la mayoría de las personas que han participado de este experimento con ejercicios que tienen procesos similares al ejercicio que se describió anteriormente.

Una conclusión más es que el hombre no tiene muy en cuenta las condiciones que se le dan para solucionar el problema. El hombre intenta solucionar los problemas teniendo presente las condiciones que existieron para solucionar problemas parecidos pero no teniendo en cuenta las condiciones dadas para un problema específico. Al ejercicio antes descrito se le han dado soluciones tales como amarrar al lobo y a la oveja cuando en ningún momento se les ha mencionado que el barquero tenga a su disposición una soga. Algunos señalan la posibilidad de que otro barquero les cuide el pasto mientras pasan al lobo al otro lado, y tampoco se les ha señalado que haya otro barquero inmiscuido en el problema. Es como si el hombre hiciera uso de sus conocimientos y experiencias anteriores, creyendo que pueden servir para solucionar una clase de problemas pero no tuviera presente el problema específicamente.

Esta última conclusión lleva a pensar sobre la existencia de una relación entre la ética y el desarrollo del pensamiento. Al hombre le interesa sobremanera, solucionar el problema no importa si la solución está dentro de los parámetros permitidos. En algunos casos, se han dado soluciones en torno a la solución del ejercicio que mencionamos, tales como la de matar al lobo, o simplemente que la oveja se coma al pasto, total el pasto alimenta a la oveja y le sirve más al hombre. Las normas son lo de menos, para el hombre, cuando de solucionar un problema se trata y se hace necesario de un ente exterior que le esté recordando lo licito e ilícito de sus soluciones.

Otra conclusión es que el hombre pone en duda con más facilidad la verdadera solución del problema antes que poner en duda la solución dada por él. Esto es, el hombre duda más fácilmente de la realidad que de sus capacidades. Es muy común que los sujetos de experimentación pongan en duda la solución de los ejercicios planteados; si las respuestas que dieron no son correctas el problema no tiene solución; o a lo sumo, el experimentador no dio correctamente las instrucciones para resolverlo.

 
QUÉ ES LA CREATIVIDAD

Si fuera por los resultados que aporta el estudio anterior, podríamos decir que la creatividad es la rapidez mental por medio de la cual el sujeto prueba infinidad de posibilidades, escogiendo finalmente la más adecuada para solucionar un problema. No obstante, lo más adecuado, podría ser interpretar la creatividad como el ejercicio actitudinal mediante el cual el sujeto da con la respuesta adecuada para solucionar un problema. Señalo la palabra actitudinal en la medida en que acojo la definición de que una actitud conlleva una parte cognitiva, una parte comportamental y otra emotiva. Cuando la solución ha sido tomada teniendo presente esos tres apartes, para elegir la correcta, la respuesta es mucho más creativa. Resta señalar que la apropiación de la respuesta es progresiva y tiende a ser mejor con el transcurrir del proceso de búsqueda de la respuesta adecuada.

Lo anterior lleva a pensar en dos factores fundamentales en el proceso creativo, uno el factor constitucional o aptitud del sujeto y otro el desarrollo de dicha aptitud mediante la estimulación que le produzca el medio en que se desenvuelve el sujeto, llámese dicha estimulación, educación formal o meramente cualquier experiencia o estado que obligue al sujeto a solucionar problemas.

Un ejemplo a lo anterior, lo podríamos tener de la siguiente manera. Supongamos que dos personas nos muestran una respuesta X, muy original y por separado para la solución de un problema. La impresión primera, de quien percibe este acontecimiento, es de que se está ante la presencia de dos seres altamente creativos. Pero pensemos en que uno de ellos ha estado trabajando en la solución del problema por varios días y que ha tenido varios intentos de respuesta, a los que llamaremos respuestas, A, B, C, etc., que él mismo ha descartado y, por supuesto, no los ha puesto a nuestra consideración. El otro sujeto no ha llevado a cabo el ejercicio comportamental de ir descartando respuestas, solamente ha pensado en el mismo momento en que se le pidió la solución del problema, la posible solución y ha entregado idéntica respuesta a aquella a la que llegó el primero. Si este ejemplo llegase a ser cierto tendríamos un creativo forjado a partir de las experiencias y otro a partir de su aptitud. Vendría a ser algo así como si colocáramos a los estudiantes de una clase de matemáticas para que realizaran una extraordinaria operación a partir de la ayuda de un computador, pero que uno no tuviese computador, otro tuviese en su casa un procesador 286, otro cuaquiera un 386, uno más un 486, y otro último un 586. La respuesta de los estudiantes puede llegar a ser la misma pero el tiempo y el esfuerzo va disminuyendo en medida en que se tiene la herramienta ideal. Lo mismo sucedería con el acto creativo, quien tiene la aptitud desarrollada puede que no necesite tanto esfuerzo a nivel actitudinal, en cambio quien no tenga la aptitud propicia tal vez necesite mayor esfuerzo actitudinal.

En los textos de psicología se da por hecho que la aptitud es constitucional del sujeto, que viene con él; pero, no se le ha dado importancia al hecho de que nada ha existido por siempre. De tal forma, cuando se dice que un sujeto tiene una aptitud para, se debe pensar también en qué momento la adquirió, porque de otra forma estaríamos negando a Darwin y a toda su teoría evolucionista. Si al contrario, aceptamos que Darwin tiene razón, debemos entonces mostrar que la aptitud es un aprendizaje anterior a la historia como individuo, pero al fin y al cabo un aprendizaje. Esto nos llevaría a pensar la creatividad a partir de una cadena larga de aprendizajes, que abarcaría una historia mucha más amplia a la de un sujeto en cuestión. Por qué no pensar entonces en una cultura creativa y dentro de la creatividad la división en tópicos; se me ocurre, culturas creativas a nivel pictórico, culturas creativas a nivel literario, culturas creativas a nivel económico, etc. Igualmente se pone de manifiesto, el comienzo de la creatividad a partir de un aprestamiento metódico en donde diferentes experiencias puedan coadyuvar a un tópico exclusivo.